miércoles, 11 de noviembre de 2009

LA VIDA NO SE HIZO PARA ENTENDERLA, LA VIDA SE HIZO PARA VIVIRLA

No hay nada malo en sentirse herido, la persona sensitiva e inteligente se siente herida, es natural. Es la memoria la que causa el sufrimiento. El hecho produce dolor, hiere, pero cuando quiero alimentar esa herida y cargarla, entonces comienza el sufrimiento. El sufrimiento es autoimpuesto. Cuando damos continuidad a un acontecimiento, cuando damos continuidad a las heridas que nos causaron, esa continuidad produce sufrimiento. El goce o el dolor que ello cause vívalo por entero, y al momento siguiente estará libre. Ningún residuo de las acciones, de los movimientos, debería ser transferido a la memoria.

Vivir en el momento en forma tan completa que no haya ningún deseo de mirar hacia atrás una vez que ya el evento terminó. Usted lo vive enteramente y muere a ello, queda libre, inocente y fresco de nuevo para vivir el momento siguiente. Es posible mantener el cerebro sin la tortura y agonía del sufrimiento, inocente y fresco como el rocío de la mañana.

La concentración es una actividad mental, en la cual yo decido el objeto sobre el cual me voy a concentrar; es detener y mantener la atención en un objeto específico predeterminado. Cuando se recoge toda la atención y se enfoca sobre un punto manteniéndola en él, aumenta el poder de la mente, la agudiza, da el poder de percibir un objeto con precisión, recibir la impresión con exactitud y retener eso, retener cuanto se haya recibido, cuanto se haya percibido. El estudio de la concentración agudiza la mente y la fortifica, puede estimular experiencias, pues hace a la mente muy sensitiva, desarrollando poderes mentales.

La meditación no es una actividad de la mente o del cuerpo; es un estado de ser en el cual toda la actividad mental llega a su fin. La mente deja de moverse. Voluntariamente recoge toda su actividad en sí misma y se queda en el centro, sin moverse en ninguna dirección.

La meditación no puede ser asociada con ninguna otra actividad mental; es un estado en que la mente no se mueve, en que el pensamiento y el tiempo llegan a detenerse, donde no hay ninguna presión, ninguna tensión del pensamiento, ninguna presión emocional y la persona está en una total relajación, una dimensión de relajación total en la que la energía no condicionada puede ser activada y movilizada.

La meditación es una exploración en una dimensión de la conciencia sin tiempo, libre del pensamiento, libre de la medida. Es una exploración muy interesante ir más allá de la mente, ir más allá del cerebro descubriendo las dimensiones del espacio interior.

Si a través de la mente y el cerebro, con la ayuda del pensamiento y las ideologías, no hemos descubierto la libertad, el amor y la paz, yendo más allá de la mente, más allá del cerebro, podemos descubrir una manera alternativa de vivir. La mente no está libre, y en el nivel de la mente, la libertad no parece ser posible, el amor no parece ser posible, la paz no parece ser posible, mediante la mente y el cerebro.

Seguimos postergando cuando nos atemoriza tomar una decisión. Sabemos que la decisión debe tomarse pero es desagradable. Con el aplazamiento de decisiones, con la postergación de la acción, estamos perdiendo la oportunidad de vivir hoy, porque nos desagradan las decisiones que nuestra propia inteligencia nos llama a tomar. La postergación significa crear un intervalo entre su comprensión y su acción y es muy perjudicial para el crecimiento interno y en el intervalo usted permite que prevalezca lo antiguo, la comprensión que ha surgido es relegada a último término.

No hay nada pequeño o grande en la vida. Todo es igualmente grande, todo es igualmente sagrado. La vida es sagrada, la totalidad de la vida es sagrada. Es sólo el toque de nuestra mente el que la desacraliza.

La libertad no proporciona consuelo alguno. La libertad es impredecible, la libertad es inseguridad, libertad es estar solo con la vida y responder a ella. Si uno tiene una visión de su vida entera, lo que uno desea en la vida, entonces se crea el orden de prioridades y, por lo tanto, no hay confusión.

LA VIDA ES VIVIR

El propósito de la vida es vivir. Vivir es relacionarse con aquello que está alrededor nuestro y dentro de nosotros. Vivir es un movimiento de relación; cuando una persona está sola o aislada, hay existencia, supervivencia física, pero no hay vida. La vida está contenida en el movimiento de relación y uno tiene que aprender cómo moverse a través de la relación manteniendo la propia libertad, la propia iniciativa, el propio equilibrio.

Tenemos el don de la energía autoconsciente, podemos pensar, ser conscientes, darnos cuenta. Gracias a esta energía autoconsciente, es una responsabilidad del ser humano encontrar el significado de la vida, descubrir el camino de la armonía, el amor y la paz.

Como el lenguaje tiene palabras que son sonido, y el sonido es una energía que contiene luz en ella, hemos aprendido a relacionarnos con este sonido y lenguaje que nos enseñaron desde la niñez, pero nadie nos ha enseñado a relacionarnos con el silencio del cual nacen el sonido y el lenguaje; el silencio y el lenguaje, sonido y silencio, ellos juntos constituyen la totalidad de la vida. Vivir implica ser capaz de estar en silencio cuando el lenguaje no es necesario; el lenguaje es una parte, el silencio es la otra.

Debemos aprender a relacionarnos con el placer y el dolor. Si uno se apega al placer pretendiendo huir del dolor, puede correr toda la vida pero no podrá evitarlo. Tenemos que aprender a vivir con el placer y el dolor, sin apegarnos a uno ni huir del otro.

Así como hay un movimiento de relación, hay momentos en que no hay nadie alrededor y se está solo en la vida; si no se sabe estar solo, si sentimos miedo cuando estamos solos, si nos sentimos solitarios, nos aburrimos, estaremos corriendo tras la gente, adhiriéndonos, apegándonos a ella ya sea dominándola o dependiendo de ella; la dependencia es también una forma de dominación. Uno tiene que aprender a estar en relación, tanto como a estar en soledad, la soledad de la vida. Cuando hemos aprendido ambos aspectos, hemos aprendido a estar solos gozosamente, sin temor, sin aburrimiento, y cuando aprendemos a movernos en la relación, en paz y amor, sólo entonces el acto de vivir será total.

El silencio y la palabra parecen ser contradictorios, parecen ser incompatibles, pero en realidad, constituyen juntos la totalidad de la vida. La soledad y la relación parecen ser contradictorias, pero en esencia no lo son, constituyen la indivisible homogeneidad de la vida.

Lo que tenemos hoy en día, aquí y ahora, lo que tenemos en el presente, es la única realidad. No hay vida, aparte de lo que existe en el presente, en el aquí y en el ahora.

La vida no puede ser dividida. No existe una vida mundana y otra espiritual aparte. La vida está en su totalidad en cada momento, cada día, y la espiritualidad está contenida en nuestra actitud hacia el acto de vivir, nuestra manera de abordar la vida, nuestra actitud ante la vida; el estado interno en que vivimos a lo largo del día.

Las relaciones son las oportunidades para descubrir el significado de la vida, no se puede descubrir el significado de la vida huyendo de ellas. Las relaciones no son obstáculos, ellas no nos mantienen en cautiverio, ni limitan nuestra vida, más bien son oportunidades para descubrir cómo somos, como un espejo; uno se sienta ante el espejo y se mira a sí mismo, usted es el que mira y el que es mirado, usted es el que mira y el reflejo, es ambos. Las relaciones son como espejos donde se refleja su estado mental, donde usted se refleja tal como es. En estas relaciones descubriremos lo que somos, lo que es esta mente, por qué pierde su equilibrio, por qué se disgusta, porqué se irrita, se enoja.