martes, 14 de agosto de 2012

EL VALOR DE LA VIDA

Transcribo a continuación, lo que transmite un maestro que padece de ELA. Una enfermedad degenerativa que le acerca a su últimos días, y de como cada uno tiene algo especial.

«Acepta lo que eres capaz de hacer y lo que no eres capaz de hacer»; «Acepta el pasado como pasado, sin negarlo ni descartarlo»; «Aprende a perdonarte a ti mismo y a perdonar a los demás»; «No des por supuesto que es demasiado tarde para comprometerte».
Intentar vivir, tal como quieres, con dignidad, con valor, con humor, con compostura.
Morirse no es más que una de las cosas que nos entristecen. Vivir infelices es otra cosa.
La vida es una serie de tirones hacia atrás y hacia adelante. En la que el amor gana siempre.
La manera en que puedes aportar un sentido a tu vida es dedicarte a los demás, dedicarte a la comunidad que te rodea y dedicarte a crear algo que te proporcione un objetivo y un sentido. Si lo deseas de verdad, harás realidad tu sueño.
Que lo más importante de la vida es aprender a dar amor y a dejarlo entrar.
La educación era el único antídoto para su pobreza.
Todo el mundo sabe que se va a morir, pero nadie se lo cree. Si nos lo creyéramos, haríamos las cosas de otra manera. Cuando aprendes a morir, aprendes a vivir. Cuando te das cuenta de que te vas a morir, lo ves todo de una manera muy diferente. Te quitas de encima todas esas tonterías y te centras en lo esencial. Si aceptases que puedes morirte en cualquier momento… entonces quizás no fueras tan ambicioso como eres. Estamos demasiado comprometidos con las cosas materiales y éstas no nos satisfacen.
«Amaos los unos a los otros o pereceréis.»
«No te aferres a las cosas, porque todo es impermanente».
El envejecimiento no es sólo decadencia, es crecimiento. Si estás luchando siempre contra el envejecimiento, vas a ser siempre infeliz, porque te va a llegar en todo caso.
En nuestro país estamos practicando el lavado de cerebro en cierto modo. ¿Sabes cómo se lava el cerebro a la gente? Repitiendo algo una y otra vez.  Poseer cosas es bueno. Más dinero es bueno. Más bienes es bueno. Más comercialismo es bueno. Más es bueno. Más es bueno. Lo repetimos, y nos lo repiten, una y otra vez, hasta que nadie se molesta siquiera en pensar lo contrario. La persona está tan obnubilada por todo esto que ya no tiene una visión de lo que es verdaderamente importante. Las cosas materiales no pueden servir de sucedáneo del amor, ni de la delicadeza, ni de la ternura, ni del sentimiento de camaradería. Cuando más lo necesitas, ni el dinero ni el poder te darán el sentimiento que buscas.
En este país hay una gran confusión entre lo que queremos y lo que necesitamos, estas cosas no te dan satisfacción.  La da ofrecer a los demás lo que puedes dar. No me refiero al dinero, me refiero a tu tiempo, a tu interés, a tu capacidad para contar cuentos. Si lo que quieres es presumir ante los que están en la cumbre, olvídalo. Te despreciarán de todos modos. Y si lo que quieres es presumir ante los que están por debajo, olvídalo. No harán más que envidiarte. Un alto nivel social no te llevará a ninguna parte.
Sólo un corazón abierto te permitirá flotar equitativamente entre todos.
“Haz las cosas que te salen del corazón. Cuando las hagas, no estarás insatisfecho, no tendrás envidia, no desearás las cosas de otra persona. Por el contrario, lo que recibirás a cambio te abrumará.”
Una cosa he aprendido acerca del matrimonio. Te pone a prueba. Descubres quién eres, quién es la otra persona, y de qué manera te adaptas o no te adaptas.

Las personas sólo son malas cuando se ven amenazadas. Y cuando uno se siente amenazado, empieza a preocuparse únicamente de sí mismo. Empieza a hacer del dinero un dios.

El problema, es que no creemos que somos tan semejantes como somos en realidad. Los blancos y los negros, los católicos y los protestantes, los hombres y las mujeres. Si nos viésemos más semejantes, podríamos estar muy deseosos de unirnos a una gran familia humana de este mundo, y de ocuparnos de esa familia del mismo modo que nos ocupamos de la nuestra. Todos tenemos el mismo principio, el nacimiento, y todos tenemos el mismo final, la muerte. Entonces, ¿cuán diferentes podemos ser?

Sed compasivos, y sed responsables los unos de los otros. El mundo sería un lugar mucho mejor con sólo que aprendiésemos estas lecciones.
»Amaos los unos a los otros, o moriréis.»
«Antes de morir, perdónate a ti mismo. A continuación, perdona a los demás.»

No tiene sentido guardarse la venganza ni la terquedad, el orgullo, la vanidad. Al morir se pone fin a una vida, no a una relación personal.

En los negocios, las personas negocian para ganar. Negocian para obtener lo que quieren. El amor es diferente. El amor es cuando te preocupas tanto por la situación de otra persona como por la tuya propia.

Preste atención cuando hablen sus seres queridos, como si fuera la última vez que pudiera oírles. En esta vida no existe el «demasiado tarde».