Transcribo a continuación, lo que transmite un maestro que padece de ELA. Una enfermedad degenerativa que le acerca a su últimos días, y de como cada uno tiene algo especial.
«Acepta lo que eres capaz de hacer y
lo que no eres capaz de hacer»; «Acepta el pasado como pasado, sin negarlo ni
descartarlo»; «Aprende a perdonarte a ti mismo y a perdonar a los demás»; «No
des por supuesto que es demasiado tarde para comprometerte».
Intentar vivir, tal como quieres, con
dignidad, con valor, con humor, con compostura.
Morirse no es más que una de las cosas
que nos entristecen. Vivir infelices es otra cosa.
La vida es una serie de tirones
hacia atrás y hacia adelante. En la que el amor gana siempre.
La manera en que puedes aportar un
sentido a tu vida es dedicarte a los demás, dedicarte a la comunidad que
te rodea y dedicarte a crear algo que te proporcione un objetivo y un sentido. Si
lo deseas de verdad, harás realidad tu sueño.
Que lo más importante de la vida es
aprender a dar amor y a dejarlo entrar.
La educación era el único antídoto
para su pobreza.
Todo el mundo sabe que se va a morir,
pero nadie se lo cree. Si nos lo creyéramos, haríamos las cosas de otra manera.
Cuando aprendes a morir, aprendes a vivir. Cuando te das cuenta de que
te vas a morir, lo ves todo de una manera muy diferente. Te quitas de encima
todas esas tonterías y te centras en lo esencial. Si aceptases que puedes
morirte en cualquier momento… entonces quizás no fueras tan ambicioso como
eres. Estamos demasiado comprometidos con las cosas materiales y éstas no nos
satisfacen.
«Amaos los unos a los otros o
pereceréis.»
«No te aferres a las cosas, porque
todo es impermanente».
El envejecimiento no es sólo
decadencia, es crecimiento. Si estás luchando siempre contra el envejecimiento,
vas a ser siempre infeliz, porque te va a llegar en todo caso.
En nuestro país estamos practicando el
lavado de cerebro en cierto modo. ¿Sabes cómo se lava el cerebro a la gente?
Repitiendo algo una y otra vez. Poseer
cosas es bueno. Más dinero es bueno. Más bienes es bueno. Más comercialismo es
bueno. Más es bueno. Más es bueno. Lo repetimos, y nos lo repiten, una y otra vez, hasta que
nadie se molesta siquiera en pensar lo contrario. La persona está tan
obnubilada por todo esto que ya no tiene una visión de lo que es verdaderamente
importante. Las cosas materiales no pueden servir de sucedáneo del amor, ni de
la delicadeza, ni de la ternura, ni del sentimiento de camaradería. Cuando más
lo necesitas, ni el dinero ni el poder te darán el sentimiento que buscas.
En este país hay una gran confusión
entre lo que queremos y lo que necesitamos, estas cosas no te dan
satisfacción. La da ofrecer a los demás
lo que puedes dar. No me refiero al dinero, me refiero a tu tiempo, a tu
interés, a tu capacidad para contar cuentos. Si lo que quieres es presumir ante
los que están en la cumbre, olvídalo. Te despreciarán de todos modos. Y si lo
que quieres es presumir ante los que están por debajo, olvídalo. No harán más
que envidiarte. Un alto nivel social no te llevará a ninguna parte.
Sólo un corazón abierto te permitirá
flotar equitativamente entre todos.
“Haz las cosas que te salen del
corazón. Cuando las hagas, no estarás insatisfecho, no tendrás envidia, no
desearás las cosas de otra persona. Por el contrario, lo que recibirás a cambio
te abrumará.”
Una cosa he aprendido acerca del
matrimonio. Te pone a prueba. Descubres quién eres, quién es la otra persona, y
de qué manera te adaptas o no te adaptas.
Las personas sólo son malas cuando se
ven amenazadas. Y cuando uno se siente amenazado, empieza a preocuparse
únicamente de sí mismo. Empieza a hacer del dinero un dios.
El problema, es que no creemos que
somos tan semejantes como somos en realidad. Los blancos y los negros, los
católicos y los protestantes, los hombres y las mujeres. Si nos viésemos más
semejantes, podríamos estar muy deseosos de unirnos a una gran familia humana
de este mundo, y de ocuparnos de esa familia del mismo modo que nos ocupamos de
la nuestra. Todos tenemos el mismo principio, el nacimiento, y todos tenemos el
mismo final, la muerte. Entonces, ¿cuán diferentes podemos ser?
Sed compasivos, y sed responsables los
unos de los otros. El mundo sería un lugar mucho mejor con sólo que aprendiésemos
estas lecciones.
»Amaos los unos a los otros, o
moriréis.»
«Antes de
morir, perdónate a ti mismo. A continuación, perdona a los demás.»
No tiene sentido guardarse la venganza
ni la terquedad, el orgullo, la vanidad. Al morir se pone fin a una vida, no
a una relación personal.
En los negocios, las personas negocian
para ganar. Negocian para obtener lo que quieren. El amor es diferente. El amor
es cuando te preocupas tanto por la situación de otra persona como por la tuya
propia.
Preste atención cuando hablen sus
seres queridos, como si fuera la última vez que pudiera oírles. En esta vida no
existe el «demasiado tarde».