miércoles, 11 de noviembre de 2009

LA VIDA ES VIVIR

El propósito de la vida es vivir. Vivir es relacionarse con aquello que está alrededor nuestro y dentro de nosotros. Vivir es un movimiento de relación; cuando una persona está sola o aislada, hay existencia, supervivencia física, pero no hay vida. La vida está contenida en el movimiento de relación y uno tiene que aprender cómo moverse a través de la relación manteniendo la propia libertad, la propia iniciativa, el propio equilibrio.

Tenemos el don de la energía autoconsciente, podemos pensar, ser conscientes, darnos cuenta. Gracias a esta energía autoconsciente, es una responsabilidad del ser humano encontrar el significado de la vida, descubrir el camino de la armonía, el amor y la paz.

Como el lenguaje tiene palabras que son sonido, y el sonido es una energía que contiene luz en ella, hemos aprendido a relacionarnos con este sonido y lenguaje que nos enseñaron desde la niñez, pero nadie nos ha enseñado a relacionarnos con el silencio del cual nacen el sonido y el lenguaje; el silencio y el lenguaje, sonido y silencio, ellos juntos constituyen la totalidad de la vida. Vivir implica ser capaz de estar en silencio cuando el lenguaje no es necesario; el lenguaje es una parte, el silencio es la otra.

Debemos aprender a relacionarnos con el placer y el dolor. Si uno se apega al placer pretendiendo huir del dolor, puede correr toda la vida pero no podrá evitarlo. Tenemos que aprender a vivir con el placer y el dolor, sin apegarnos a uno ni huir del otro.

Así como hay un movimiento de relación, hay momentos en que no hay nadie alrededor y se está solo en la vida; si no se sabe estar solo, si sentimos miedo cuando estamos solos, si nos sentimos solitarios, nos aburrimos, estaremos corriendo tras la gente, adhiriéndonos, apegándonos a ella ya sea dominándola o dependiendo de ella; la dependencia es también una forma de dominación. Uno tiene que aprender a estar en relación, tanto como a estar en soledad, la soledad de la vida. Cuando hemos aprendido ambos aspectos, hemos aprendido a estar solos gozosamente, sin temor, sin aburrimiento, y cuando aprendemos a movernos en la relación, en paz y amor, sólo entonces el acto de vivir será total.

El silencio y la palabra parecen ser contradictorios, parecen ser incompatibles, pero en realidad, constituyen juntos la totalidad de la vida. La soledad y la relación parecen ser contradictorias, pero en esencia no lo son, constituyen la indivisible homogeneidad de la vida.

Lo que tenemos hoy en día, aquí y ahora, lo que tenemos en el presente, es la única realidad. No hay vida, aparte de lo que existe en el presente, en el aquí y en el ahora.

La vida no puede ser dividida. No existe una vida mundana y otra espiritual aparte. La vida está en su totalidad en cada momento, cada día, y la espiritualidad está contenida en nuestra actitud hacia el acto de vivir, nuestra manera de abordar la vida, nuestra actitud ante la vida; el estado interno en que vivimos a lo largo del día.

Las relaciones son las oportunidades para descubrir el significado de la vida, no se puede descubrir el significado de la vida huyendo de ellas. Las relaciones no son obstáculos, ellas no nos mantienen en cautiverio, ni limitan nuestra vida, más bien son oportunidades para descubrir cómo somos, como un espejo; uno se sienta ante el espejo y se mira a sí mismo, usted es el que mira y el que es mirado, usted es el que mira y el reflejo, es ambos. Las relaciones son como espejos donde se refleja su estado mental, donde usted se refleja tal como es. En estas relaciones descubriremos lo que somos, lo que es esta mente, por qué pierde su equilibrio, por qué se disgusta, porqué se irrita, se enoja.

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