El mundo corre detrás de los beneficios sociales, los honores, los bellos vestidos y el bienestar, pero estos placeres no son la verdadera paz.
El Universo opera por medio de un intercambio dinámico. Dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de energía en el Universo. Y si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la abundancia del Universo circulando en nuestra vida.
Cada acción genera una fuerza de energía que regresa a nosotros de igual manera. Cosechamos lo que sembramos. Y cuando optamos por acciones que les producen alegría y éxito a los demás, el fruto es también alegría y éxito.
Todo el mundo tiene un propósito en la vida, un don único o talento especial para ofrecer a los demás. Y cuando combinamos ese talento único con el servicio a los demás, experimentamos el éxtasis y el júbilo de nuestro propio espíritu, que es la meta última de todas las metas.
El éxito en la vida podría definirse como el crecimiento continuo de la felicidad y la realización progresiva de unas metas dignas. El éxito es la capacidad de convertir en realidad los deseos fácilmente. No obstante, el éxito, incluyendo la creación de la riqueza, siempre se ha percibido como un proceso que requiere mucho esfuerzo, y que muchas veces se logra a expensas de los demás. Necesitamos acercarnos de una manera más espiritual al éxito y a la riqueza, que no es otra cosa que el flujo abundante de todas las cosas buenas hacia nosotros.
El éxito tiene muchos aspectos, y la riqueza material es solamente uno de sus componentes. Además, el éxito es una travesía, no un destino en sí. Sucede que la abundancia material, en todas sus manifestaciones, es una de las cosas que nos permite disfrutar más la travesía. Pero el éxito también se compone de salud, energía, entusiasmo por la vida, realización en las relaciones con los demás, libertad creativa, estabilidad emocional y psicológica, sensación de bienestar y paz.
Nos hemos detenido momentáneamente para encontrarnos unos a otros, para conocernos y compartir. Este es un momento precioso, pero transitorio. Es un pequeño paréntesis en la eternidad. Si compartimos con cariño, alegría , crearemos abundancia y alegría para todos. Y entonces este momento habrá valido la pena.
El Universo opera por medio de un intercambio dinámico. Dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de energía en el Universo. Y si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la abundancia del Universo circulando en nuestra vida.
Cada acción genera una fuerza de energía que regresa a nosotros de igual manera. Cosechamos lo que sembramos. Y cuando optamos por acciones que les producen alegría y éxito a los demás, el fruto es también alegría y éxito.
Todo el mundo tiene un propósito en la vida, un don único o talento especial para ofrecer a los demás. Y cuando combinamos ese talento único con el servicio a los demás, experimentamos el éxtasis y el júbilo de nuestro propio espíritu, que es la meta última de todas las metas.
El éxito en la vida podría definirse como el crecimiento continuo de la felicidad y la realización progresiva de unas metas dignas. El éxito es la capacidad de convertir en realidad los deseos fácilmente. No obstante, el éxito, incluyendo la creación de la riqueza, siempre se ha percibido como un proceso que requiere mucho esfuerzo, y que muchas veces se logra a expensas de los demás. Necesitamos acercarnos de una manera más espiritual al éxito y a la riqueza, que no es otra cosa que el flujo abundante de todas las cosas buenas hacia nosotros.
El éxito tiene muchos aspectos, y la riqueza material es solamente uno de sus componentes. Además, el éxito es una travesía, no un destino en sí. Sucede que la abundancia material, en todas sus manifestaciones, es una de las cosas que nos permite disfrutar más la travesía. Pero el éxito también se compone de salud, energía, entusiasmo por la vida, realización en las relaciones con los demás, libertad creativa, estabilidad emocional y psicológica, sensación de bienestar y paz.
Nos hemos detenido momentáneamente para encontrarnos unos a otros, para conocernos y compartir. Este es un momento precioso, pero transitorio. Es un pequeño paréntesis en la eternidad. Si compartimos con cariño, alegría , crearemos abundancia y alegría para todos. Y entonces este momento habrá valido la pena.
Las personas y las cosas no nos trastornan, mejor dicho, somos nosotros los que nos trastornamos al saber que nos pueden trastornar. (Albert Ellis)
Recuerde que no tiene que esforzarse
No tiene que luchar
No tiene que vencer
Sólo tiene que Saber (Wayne Dyer)
No tiene que luchar
No tiene que vencer
Sólo tiene que Saber (Wayne Dyer)
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